En los microrrelatos se persigue la comunicación rápida a partir de textos breves que, para conseguirlo, se basan de las siguientes características:
- Empleo de juegos de palabras y de sentidos de las mismas.
- Recursos formales como repeticiones de sonidos, rimas, anáforas...
- Variedad en los registros lingüísticos a partir de la combinación del lenguaje formal e informal, extranjerismos, vulgarismos...
- Intertextualidades con referencias a otros géneros literarios, otras obras, otros autores...
- Uso de la ironía y el humor para llegar a un final sorprendente e ingenioso.
A continuación te presentamos un excelente micorrelato de Mario Benedetti. Navega por el menú lateral de esta página para encontrar una selección con una propuesta de actividades.
Olegario no sólo fue un as del presentimiento, sino que además siempre estuvo muy orgulloso de su poder. A veces se quedaba absorto por un instante, y luego decía: `Mañana va a llover´. Y llovía. Otras veces se arrascaba la nuca y anunciaba: `El martes saldrá el 57 a la cabeza´. Y el martes salía el 57 a la cabeza. Entre sus amigos gozaba de una admiración sin límites.
Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos. Caminaban con él frente a la Universidad, cuando de pronto el aire matutino fue atravesado por el sonido y la furia de los bomberos. Olegario sonrió de modo casi imperceptible, y dijo: "Es posible que mi casa se esté quemando".
Llamaron un taxi y encargaron al chófer que siguiera de cerca a los bomberos. Estos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: `Es casi seguro que mi casa se esté quemando´. Los amigos guardaron un respetuoso y afable silencio; tanto lo admiraban.
Los bomberos siguieron por Pereyra y la nerviosidad llegó a su colmo. Cuando doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron tiesos de expectativa. Por fin, frente mismo a la llameante casa de Olegario, el carro de bomberos se detuvo y los hombres comenzaron rápida y serenamente los preparativos de rigor. De vez en cuando, desde las ventanas de la planta alta, alguna astilla volaba por los aires.
Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo de la corbata, y luego, con un aire de humilde vencedor, se aprestó a recibir las felicitaciones y los abrazos de sus buenos amigos.
Los bomberos, Mario Benedetti